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La falacia de El Comercio

Publicado: 2014-01-04

Más allá de la aparente ligereza con la que el presidente Ollanta Humala planteó el asunto en sus últimas declaraciones públicas del año que terminó, y más allá también de la intención política de sus opiniones así expresadas, la verdad es que el tema de la concentración de medios en el Perú es un asunto de fondo, y el debate que se ha suscitado al respecto sólo puede ser saludable.

Por supuesto, a algunas de las partes involucradas -es decir, el grupo El Comercio- el debate es lo que menos les interesa, y es por eso que se han lanzado de inmediato a contenerlo, arguyendo con todos los recursos a su disposición que la mera posibilidad de que se discuta públicamente la situación de los medios de prensa en el país es, ya, un atentado contra la libertad de expresión.

Esto no es cierto. Es, de hecho, un argumento falaz. Sin importar lo que uno piense sobre la idea de que la propiedad de medios informativos sea regulada de manera distinta a como lo es ahora, o sobre la necesidad de que normas más específicas al respecto sean añadidas al marco de las ya existentes sobre la libre competencia y los monopolios empresariales, lo cierto es que el el derecho a la libre expresión no está en juego ni en el fondo ni en la superficie de este debate.

Porque, ¿quién vería coactada su capacidad para expresarse en un contexto en el cual, digamos, no se permitiera a un solo grupo de empresas controlar el 77% del mercado informativo? Ciertamente, no los dueños de ese grupo, que podrían continuar diciendo lo mismo que dicen hoy, y continuarían haciéndolo ante audiencias significativas. Y ciertamente tampoco la nuestra (la suya o la mía, lector), que ahora mismo no tenemos ningún acceso a las páginas de El Comercio y no somos libres de expresarnos en ellas.

Lo que se debate, en todo caso, es la libertad de empresa y el funcionamiento del mercado. Y en ese terreno es claro que las posiciones monopólicas son negativas y deben ser combatidas, pues establecen barreras insuperables de entrada al terreno de competencia y la hacen imposible.

El Comercio lo sabe, y por eso hace todo lo que puede para tergiversar los términos de la discusión y evitar el tema real, donde tiene, tras su adquisición de los activos del grupo Epensa, si no todas al menos algunas de las de perder.

Y es que los monopolios y las grandes concentraciones de propiedad en el campo de la comunicación son especialmente peligrosos, pues la mercancía que ofrecen es cualitativamente distinta a las demás.

Los medios de prensa no venden, o no únicamente, un producto comercial. Ofrecen ideas, visiones de la realidad, maneras de entender (o no entender) lo que sucede. Su mercancía es, a diferencia de -digamos- un automóvil o un teléfono celular, un insumo esencial de la vida democrática. Por ello, es fundamental promover la diversidad de opciones e impedir el tañido único y excluyente de voces monocordes que ahoguen a todas las demás.

Lo cierto es que nadie, salvo el grupo El Comercio y sus aliados políticos, se beneficia de la situación actual. Incluso los más fervorosos defensores de la libertad de empresa sabrán reconocer que la información es demasiado importante para que ese beneficio sea el único que se toma en cuenta, el único que se protege y el único que se promueve.


Aquí, más notas en La Mula sobre la concentración de medios.



Escrito por

Jorge Frisancho

Escrito al margen


Publicado en

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