Los libros de Nadine
¿Qué está leyendo la Primera Dama? Una novela sobre progresistas que dejan de serlo, un libro contra las élites extractivas y la filosofía del individualismo más radical.
En su entrevista con el diario La República, publicada esta mañana, Nadine Heredia hizo varias declaraciones interesantes. Una que me ha llamado la atención es esta: le preguntaron qué libros está leyendo, y nombró tres: El imperio eres tú, La rebelión de Atlas y Por qué fracasan los países. No sé si una lista de lecturas puede ayudarnos a entender la sicología de un personaje público, pero seguramente nos da un indicio de sus intereses y de las cosas que pasan por su cabeza. Así que veamos de qué se trata esta pequeña bibliografía.
El imperio eres tú, la novela del español Javier Moro, fue ganadora del Premio Planeta en 2011. Trata sobre Pedro I, emperador de Brasil luego de que ese país ganara su independencia de Portugal. Pedro llegó al poder a la edad de 23 años. Las mujeres tuvieron enorme importancia en su vida, y en ellas se centra un poco la narrativa: su primera esposa, Leopoldina de Austria, representada como una mujer virtuosa y consciente, fue su apoyo inicial como gobernante; su amante, Domitila de Castro, fue según este libro la causa de su decadencia.
Hay que anotar que Pedro I es recordado por el liberalismo que marcó el inicio de su imperio, en 1822, alimentado por los ideales ilustrados de la Revolución Francesa, y por su pronto abandono de esa “hoja de ruta” con la constitución de 1824, que le otorgó poderes en parte absolutistas. Y también debe recordarse que su reinado estuvo marcado por escándalos de corrupción de los que él, se dijo en la época, fue protagonista.
Por qué fracasan los países, publicado originalmente en 2012 por Daron Acemoglu, profesor de economía del Massachusetts Institute of Technology, y James Robinson, de la Universidad de Harvard. Este libro explora las razones por las cuales una nación rica puede declinar y caer en la pobreza por períodos prolongados (el ejemplo clásico para este tipo de estudios es China, que por siglos fue una gran potencia económica y luego perdió, hasta tiempos muy recientes, esa posición).
Acemoglu y Robinson aducen que la causa de ese retroceso económico no tiene que ver en realidad con la geografía o los factores productivos, sino con la política. En particular, con las instituciones políticas, que son las que determinan quién tiene el poder en una sociedad y quién se beneficia de las bonanzas económicas.
Vale notar que los autores de este libro argumentan a favor de instituciones políticas que sean inclusivas y pluralistas (aunque centralizadas), y en contra de aquellas que otorgan todo el poder a una élite pequeña que se lleva al peso los réditos de la prosperidad (a estas instituciones las llaman “extractivas”).
Según Acemoglu y Robinson, son estas instituciones y estas élites “extractivas” las que, nos dicen las lecciones de la historia, causan en última instancia el fracaso de los países.
La rebelión de Atlas, por último, es la lectura más sorprendente entre las mencionadas. Es la traducción al español de Atlas Shrugged, la novela de Ayn Rand que tanta influencia ha tenido en tiempo recientes entre los pensadores y políticos de la derecha neoliberal en el mundo. Cuenta la historia de John Galt, un hombre que se rebela contra la sociedad en que vive y lidera una violenta revolución a favor del sistema de libre mercado en su versión más recalcitrante.
El consenso es que, como obra de ficción, esta novela es bastante mala. Sin embargo, se asume que presenta con fidelidad la filosofía de Rand, el “Objetivismo”. ¿Y en qué consiste esta filosofía? Pues en una versión radical del individualismo en la que ningún valor toma precedencia sobre el beneficio de la persona, separada de todos sus vínculos sociales e incluso familiares. En el objetivismo, la moral, la ética, la política y cualquier otra consideración están supeditadas al individuo, y sólo las interacciones entre estos, en un terreno de completa independencia con respecto al estado e incluso a la familia, cuantan para algo. Para Ayn Rand, la ganancia personal tenía un carácter casi divino, y el egoísmo era la única virtud.
Ahí los tenemos, entonces: una novela sobre el poder imperial, su giro al absolutismo y su decadencia; un volumen de economía y ciencia política contra las élites extractivas, a favor de instituciones políticas pluralistas; la filosofía del individualismo más radical, que da fuego al pensamiento ultraderechista de nuestros días. ¿Qué quiere decir todo esto? Saquen ustedes sus conclusiones. Nosotros informamos nomás.