En la exposición Ayllu Quinua. Los guardianes de las semillas, presentada en el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico hasta el 15 de marzo, el fotógrafo español Daniel Lagares y la curadora Chaska Mori nos ofrecen los resultados de su trabajo en tres comunidades puneñas, tanto quechuas como aymaras (o mixtas), que tienen en común el dedicarse, al menos en parte, al cultivo de la quinua.

La muestra es parte de un proyecto más amplio que se conecta con las celebraciones en 2013 del "Año internacional de la quinua" y, en un sentido más general, con el "boom" de este producto ancestral que hoy alcanza su punto máximo de cotización en los mercados internacionales. Se trata, explica Lagares, de una exploración visual del primer punto en esa cadena productiva, un territorio que con frecuencia se nos pierde de vista al hablar sobre el tema.

Sin embargo, las fotografías que Lagares exhibe en esta muestra se concentran no en ese aspecto productivo, de trabajo e intercambio, sino en otro que se expande y enriquece la mirada: lo que nos muestran no es únicamente la labor de los agricultores dedicados a la quinua, sino su inscripción en un espacio cultural específico y vivo del que la quinua es un elemento pero no el único ni el que las define.

Y más aún, la muestra pone énfasis en el género del retrato, que es quizá su centro emocional y que matiza las imágenes de labores productivas y actividades comunitarias (fiestas o funerales, por ejemplo) con la presencia contundente, dominante incluso, de personajes rigurosamente indivualizados. 

Estos personajes, comuneros de diversas edades, hombres y mujeres, miran a la cámara con horizontalidad, centrados y encuadrados casi sin distancia, y aparecen doblemente como sujetos: son los sujetos de nuestra mirada (y la de Lagares), pero son también los sujetos de la suya propia, activos ellos mismos en el acto de mirar. 

Con esto, Ayllu Quinua. Los guardianes de las semillas trasciende tanto el elemento documental que su tema y algunas de sus estrategias sugieren, como el riesgo del folclorismo en el que con alguna frecuencia caen proyectos similares. 

Se trata de documentos, sí, y se trata también de un recorrido por espacios rurales y comunitarios presentados en una galería de arte. Pero sobre todo se trata de miradas que nos miran desde su lugar, y que miramos, y en ese intercambio lo que se reconoce es -precisamente- la cadena que nos une ya no como eslabones del sistema económico, sino como invdiduos en sociedad.

La muestra puede visitarse de lunes a sábado, de 9 a.m. a 9 p.m., en el CCUP: Spanchez Cerro 2121, Jesús María. La entrada es libre.